The Oil Crash: Mi colapso y yo: pisando el freno
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Estoy dando demasiadas charlas, sobre todo si entre la gente que viene a verme hay una proporción de gente que ya me conoce por el trabajo de este blog.
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Está, además, el contraproducente efecto de predicar al coro. Uno habla a personas que ya piensan como uno y le da la impresión de que “el mensaje está llegando”, de que se está favoreciendo el cambio de la sociedad, cuando en realidad uno nada dentro de lo que el otro día, en el mismo acto que participé yo, Jorge Riechmman calificaba de “burbuja cognitiva”.
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Afloran también múltiples cuestiones morales relacionadas. Por ejemplo una banal: con frecuencia los organizadores de la conferencia me alojan en un hotel de cuatro estrellas.
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es poco coherente hablar del fin de la civilización industrial y la necesidad de adoptar modos de vida más modestos y más acordes con la capacidad de nuestro planeta, y luego alojarse en un hotel de cuatro estrellas. En la misma línea, es poco coherente ir arriba y abajo de España, tomando AVEs y aviones para ir rápido de un lado para otro, gastando energía fósil y energía humana
…mi trabajo convencional, en un momento crítico para mi organización y para mi grupo, me implica tener que viajar con mucha más asiduidad de lo que lo solía hacer; y así tendrá que ser mientras continúe haciendo la tarea por la cual me pagan y mientras tenga la responsabilidad que he contraído con mi equipo, con mis compañeros. Razón de más para no introducir más viajes si no son realmente justificados.
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Todos tenemos que empezar a adoptar, de manera realista, ahora sí, un cambio de hábitos para consumir menos, para conseguir nuestros fines movilizando menos recursos.
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Dejen preguntarse qué es lo que yo puedo hacer por Vds. y empiecen a plantearse que pueden hacer Vds. por Vds. mismos. Porque Vds. pueden, no me necesitan para nada: toda la fuerza que precisan reside en sus propios corazones. Simplemente miren ahí.”