Los silta estuvimos el pasado jueves 16 en la inauguración de la exposición de Luis Lonjedo (Valencia, 1968) en la galería Oruga Azul. Me gustó mucho todo, con mención especial a la obra que representaba cosas cotidianas, que me impresionó más que la obra de personas más “típica” de este autor. Nos gustó tanto que nos entraron ganas de permitirnos alguna de las obras de la sala “El Proyecto”, los bocetos de las obras que componían la exposición.
Cuando salimos, silta ♀ y yo fuimos a picar algo (hay crisis pero que no se note) y fue entonces cuándo me di cuenta de todo lo que no había visto … y mira que miré. A ella le gustó mucho la obra, y además fue capaz de leer mensajes en detalles aparentemente insignificantes, pero que a lo mejor cobrarían gran importancia en el diván de un psicólogo. Esa capacidad de ver más allá es una de las cosas que más me “vuelven loco” de ella.
Y estas son las cosas que vió
La exposición se organizaba por salas o habitaciones. En el hall de la misma obra de gran formato con las escenas más típicas de este autor, gentes cruzando la calle. Una habitación dedicada al ajedrez, otra al azar, otra el proyecto y una más con variados temas. Una gran cantidad de obra.
En la habitación “dedicada” al ajedrez la obra mostraba diferentes puntos de vista de este juego, manos, vistas de piezas, vistas de partidas, citas … La primera curiosidad de esta serie fue ver un peón tumbado. La sorpresa era doble: en una obra en general muy positiva esa era una referencia a la entrega, al abandono… pero dentro de esa referencia, todavía era más sorprendente el surrealismo de la misma, ya que el peón no se tumba, se come, desaparece del tablero o crece como decían los textos con que Luis acompañó la serie, pero la pieza del ajedrez que se tumba para entregarse es el Rey, no el peón. ¿Por qué Luis pintó un peón tumbado?
En la sala dedicada al ajedrez encontraría silta ♀ otra sorprendente referencia, en el cuadro que nos mostraba a 2 personas jugando una partida de ajedrez. En él sólo se veía la cara de un jugador ésta era la del autor de la obra, Luis; cualquiera que lo conociera lo habría visto. ¿Por qué se veía a un jugador sí y al otro no? Pero esta curiosidad enlazaba con el hecho de que ese rostro es el único de toda la exposición y en la abundante obra habían muchas más personas, varias obras con grupos de anónimas personas –al ser imposible identificarlas por su falta de rostro– atravesando las calles. Objetos, cuerpos, manos … ¿por qué sólo un rostro y además el del autor? ¿Por qué el pintor sólo se personaliza a sí mismo?
Pero esas obras de objetos y personas sin rostro dan pie a otra observación de mi media naranja: la obra presenta una constante dualidad. El blanco y negro es una constante: pasos de cebra con sus trazos blancos alternando con el negro asfalto, tableros de ajedrez y piezas también representan esta dualidad de blancas y negras, mientras que en la sala dedicada al azar, los dados de póquer muestran sobre su fondo blanco figuras o conjuntos de figuras negras o rojas; otra vez la dualidad.
A ninguno de los silta nos gusta pontificar sobre los temas que nos rodean –ninguno nos sentimos en posesión de la verdad, afortunadamente–, así que no alcanzamos ni tratamos tan siquiera de hacerlo una conclusión sobre las razones del artista para actuar de ese modo. Lo que me pareció interesante, no por novedoso pues es habitual en silta ♀ ver más allá, es la capacidad para, más allá de ver una técnica y/o una estética, captar sutiles mensajes en la obra del artista. Eso es observar… Me encanta que me lo cuente…
Y, Luis, pedazo de exposición y de éxito. ¡Enhorabuena!