Hace tiempo que quiero escribir algo sobre la clase media, el mayor engaño derivado de la Revolución Industrial, en mi opinión. Es un tema sobre el que me gustaría sentirme más seguro y con argumentos fundamentados para expresar lo que siento, pero pero me falta algo para ello. Acabaría enrollándome para decir que este invento de la clase media sólo es un truco para que consumamos, consumamos y consumamos y encima nos sentamos unos privilegiados por hacerlo, porque tenemos … ¡¡crédito!!

El caso es que Proteo, un tipo con el que coincido por otros lares informáticos, hoy ha posteado un texto de Douglas Coupland, “La Vida después de Dios” un libro que no he leído pese a que Generación X y Microsiervos me encantaron… y del que el extracto posteado expresa bastante bien algunos de mis sentimientos al respecto:

“Tú naciste casi diez meses después del día de la boda, con algo de retraso. Desde entonces, nuestra vida pasó casi mágicamente de una penuria despreocupada a una existencia esforzada de clase media. Algo propio de la paternidad, oh, hija mía, es que hasta los pobres más anárquicos se encuentran de repente viviendo en una casa. Los padres empiezan a pasarte la factura; los desconocidos de la cola de un supermercado te hablan seriamente de lo importante que es hacerse mayor mientras esperas para pagar un sacaleches. El proceso es seductor. Pero al final eres tú quien tiene que afrontar la hipoteca. De hecho la sociedad conspira para tenerte atado.

Y deja que te cuente un poco más sobre mi vida actual; agárrate porque no es nada atractivo: soy viajante. Trabajo para una empresa media de software que se llama ImmuDyne. No soy de los que piensan, sino el tipo con traje que conduce un aburrido utilitario y pasa demasiado tiempo en los aeropuertos con un maletín lleno de porspectos, disquetes, pasta dental para fumadores y almendras garrapiñadas que ofrecen las compañias aéreas y que tomo en las habitaciones de hoteles, con el aire acondicionado demasiado fuerte, mientras veo la programación nocturna de la televisión. Me siento como la parte más graciosa de un chiste que te podría haber contado hace diez años. Pero ya sabes; la vida le echa el guante a uno.

Cuando se es joven, uno siente en todo momento que la vida todavía no ha empezado; que siempre está previsto que la “vida” comience la semana que viene, el mes que viene, el año que viene, despues de las vacaciones; en cualquier momento. Pero luego, de repente, eres viejo y la vida no ha empezado como estaba previsto. Te descubres a ti mismo preguntándote; “Bien, entonces, ¿Qué era todo eso, ese interludio, esa locura dispersa, todo ese tiempo que antes tenía?”

“Life after God”, Douglas Coupland; Ediciones B, 1ª Ed., 1995

En fin, a ver si me fundamento y puedo escribir yo sobre el tema.