Si bien la envidia es humana y parece innata, es una actitud/comportamiento aprendido que nos amarga el día a día, nos reduce a la miseria interior y nos desvirtúa en cuanto a lo que somos como personas.
La envidia, es fruto de una inseguridad aprendida en el núcleo familiar y/o escolar / amigos / trabajo / social. Ningún ser humano, al nacer, es envidioso. De hecho, nos desenvolvemos con parámetros de abundancia y pensamos que “siempre habrá suficiente para cubrir mis necesidades” y por eso nos comportamos y nos desenvolvemos en consecuencia.
Cuando nuestros comportamientos se tiñen de envidia, cuando nuestras acciones están movidas desde la envidia, cuando nuestras verbalizaciones transmiten envidia, lo que tenemos en el interior es un modelo mental de escasez, un sentimiento de inferioridad, un complejo de incapacidad, falta de perseverancia, un auto juicio y una auto censura severa –entre otras cosas-. 
Cuando admiramos y lo decimos, conectamos con nuestra esencia como persona y, por supuesto, con nuestros compañeros, jefes y subordinados, los que son integrantes del equipo del que formamos parte. Es cuestión de humildad y generosidad.

¿Envidia sana o admiración? …tú decides lo que entregas, tú decides lo que quieres