Al preguntarle por Samuel Morse, quien inventó el telégrafo tras pasarse años intentando ser pintor sin éxito, Lewis afirma:
“Poca gente se da cuenta de que cuando les conmueve una obra de arte, les conmueve la capacidad del artista para resolver un problema que suele ser muy antiguo y atemporal. En el caso de Cézanne, era cómo representar la naturaleza en la pintura. No firmaba el 90% de sus cuadros porque sentía que aún no había resuelto el problema… Todas estas obras distintas son soluciones a problemas. Para algunos no existe una diferencia entre encontrar algo nuevo en el arte y encontrar algo en la tecnología”. 

Lewis también habla de cómo los intentos por resolver problemas en el arte y la tecnología suelen correr el riesgo de fracasar, y no el tipo de fracaso que aplaude Silicon Valley (en el que los inversores de capital riesgo se niegan a seguir financiando una empresa emergente y los emprendedores se entregan a otro emprendimiento) sino un fracaso profundo, en el que te va “toda la vida”. 

Este deseo de resolver problemas, común a todos los artistas de verdad, y a los auténticos innovadores …