Trazar el propio mapa y decidir con el corazón es la única manera de hacer el viaje, de sentirlo y una vez vivido sustituirlo por otros … forjando el recuerdo de los buenos momentos de cada uno, porque los malos ya se encargará el subconsciente de traerlos.
El acierto no tendrá porqué repetirse. El viaje se construye poco a poco, por sí mismo. Y se construye cada vez. No se repetirá lo que se disfrutó aquí o allí o las experiencias de unas u otras personas en destino.
Déjate llevar … déjate querer.