Estar 3 (tres) años intentando vender una solución de software cojonuda y que todo el mundo te mire como si estuvieras loco. O te diga: esto es demasiado, no puedo aprender, muy complicado, las implicaciones, el coste… En lugar de comprarla y empezar a utilizarla, escalar la inversión en función de la utilidad y el rendimiento real de la herramienta. Para un museo, por ejemplo, en la Generalitat Valenciana en Cultura nos ignoraron, una inversión de 3.000 euros en el software era una minucia (eso le puede costar fácilmente una obra de su catálogo) y le puede permitir mostrar parte de su colección vía internet, gestionando si cobra, si no cobra, quién puede acceder…
Y que tenga que venir Google y el Museo del Prado a ofrecer, conceptualmente, lo mismo, según leí en blog de diseñadores y publicitarios, para que luego los medios de comunicación se hagan eco y a todo el mundo le parezca la bomba.
Al final el desarrollador fue comprado por Adobe y entre que “ya no mola vender un producto de un gigante tanto como vender una locura estupenda” y que la compra de Adobe ha sido para quitárselo del medio (eRez será discontinuado) … la historia no ha tenido un final tan feliz como me gustaría.
A veces me gustaría que las personas nos escucháramos más…