Por ser de Valencia, estas dos últimas semanas han sido un poco especiales … Semana Santa, unos días de trabajo y otro fin de semana largo por una fiesta de esas intercambiables, que me ha dado el pasado lunes festivo.
Decidimos pasar la Semana Santa en Bétera, en el chalet (casa de campo, torre, unifamiliar) de mi madre, en lugar de en Denia (en casa de mi suegra). Vamos mucho a Denia, nos encanta la perrita que tiene mi suegra, pero estos días la perra está de vacaciones con nosotros y pensamos que una casita en el campo, podía ser estupendo para ella. Además sil en silta lleva meses dando la barrila con hacer un huerto en el chalet, idea que retoma cada vez que llevamos a mi madre a ver como está todo por allí algunos domingos por la mañana (la casa antes se utilizaba un montón, pero desde que faltó mi padre, el uso ha ido a menos aún siendo 4 hermanos cada cual con su familia).
Resulta que allí sólo puedo conectarme con el módem USB de la empresa que afortunadamente me dejan utilizar sin problema. Y no hay 3G. Así que la conexión es terriblemente lenta, desesperantemente lenta, hasta el punto que me ha quitado las ganas de sentarme delante del ordenador para conectarme. Sí, podía haber escrito o ver algunas de las “mil” conferencias TED o leer alguno de los PDFs o las webs guardadas… pero la verdad se te quitan las ganas de sacar el ordenador; se estaba mejor jugando con la perra, atizando la chimenea y compartiendo algo de tiempo con la familia, comunicándote y conociendo a tus sobrinos, bajando al pueblo en vez de al “mall” a comprar algo que falta, descansando un día más de lo normal, jugando una partidita (este año ha sido al dominó) por las noches con música en vez de tele, leyendo un buen rato seguido, recibiendo un día al resto de la familia y teniendo una divertida jornada con una tarde de diapositivas de hace más de 30 años… y más de 40, posiblemente, también. Además de, por supuesto, cuidar y poner a punto el jardín y trabajar en lo del “huerto”.
Es gracioso lo del huerto porque empezamos la labor en el primer puente y entre semana vimos que un presentador de televisión decía que si su buena estrella se acababa, se iría a su huerto… Y mi suegra cuando se enteró de lo del huerto nos dijo “como la mujer de Obama”, no sabíamos que teníamos unos gustos tan presidenciales. Así que eso de querer un huerto … parece ser que al final a ser “hype”. La verdad, la faena ha sido bastante: acondicionar una zona del jardín quitando un “macizo” de flores, limpiando y preparando el área para plantar –y hacerlo– 6 tomateras, 12 lechugas batavia, 6 coliflores, 2 pepinos, 1 pimiento y 2 girasoles, además de pasar una cica gigantesca de la maceta a tierra y plantar unas matas de flores en una zona de ese mismo macizo. Y lo que nos queda… poner el sistema de riego por goteo, las guías, una vallita para evitar accesos de animalillos, etc.
Lo sorprendente ha sido retomar, y gozar de ello, el contacto con la tierra a nivel básico, redescubrir que existen lombrices de tierra, sorprenderte del inmenso tamaño de las raíces de un pino, experimentar el agradable olor de la tierra fresca cuando cavas un poco, sentir la carga en los riñones derivada de darle a la azada, rascar la tierra con tus manos o hacer una parada para almorzar para seguir luego con el duro trabajo. Y también es bueno tener una excusa para regresar más a menudo a la casa y poder cada día hacer de ella un sitio un poco mejor, para conseguir que sea un sitio al que nos apetezca ir.
Así que estos días han sido los menos informatizados en mucho tiempo, y me lo he pasado muy bien pese a ello (pensaba que no podía ser así). Así que quizá esta semana no cumpla con las entradas (las hago en fin de semana y las voy programando) … supongo que podréis disculparme 😉