A veces me pregunto si la sociedad puede ser muy diferente, rediseñada casi desde cero.
Surge de mi creencia de que en algún momento, nos hemos permitido desviarnos de lo que es importante -la gente- y en su lugar hemos puesto las ganancias, las empresas, la productividad y el consumo al frente de todo lo que hacemos.
Nos hemos convertido en trabajadores centrados en la productividad, porque tenemos que ganarnos la vida para poder … comprar cosas (incluyendo entretenimiento). Incluyendo un coche, el cuál es necesario para ir a trabajar y a comprar. Necesitamos enviar a nuestros hijos a la escuela, para no tener que preocuparnos por ellos cuando trabajamos y para que puedan llegar a ser buenos trabajadores. Tenemos que comprar comida rápida y alimentos de conveniencia, porque estamos demasiado ocupados o cansados por el trabajo para cocinar.
Hemos engordado, estamos cansados, enfermos, llenos de deudas, desconectados de nuestros hijos y otros miembros de la familia, divorciados, separados de nuestros vecinos. Estamos contaminando y causando el calentamiento global, todo ello en nombre del dinero y el trabajo y las ganancias y las compras. Para mí, esto parece estar quebrándose.Pero ¿cuál es una manera mejor de vivir? Una sociedad reimaginada, construida alrededor de la gente y el amor por nuestro medio ambiente, por vivir, trabajar y jugar juntos, un amor por estar al aire libre y activos, un amor por hacer cosas y pasar tiempo con la gente en lugar de por comprar cosas y trabajar para apoyar ese hábito de comprar.
¿Cómo sería una sociedad así? No me atrevo a proponer mi visión, porque esto no debería venir de una sola persona, debería ser reimaginado por todos los que lo fueran a vivir. Sin embargo, voy a proponer un pequeño fragmento de esta visión, sólo por iniciar la conversación.El automóvil, chatarra
Empezaría por desterrar el coche. Se supone que nos da libertad, pero estamos encadenados a él y sus caros pagos, mantenimiento, reparaciones, combustible, estacionamiento, contaminación, etc. Preferiría la libertad de caminar, ir en bicicleta y coger buen transporte público y jugar en las calles de nuevo. Reclamaríamos las calles como espacios públicos para la comunidad, y rediseñaríamos la vida de modo que la mayoría de lo que necesitamos (alimentos, tiendas, trabajo, escuela, juegos, restaurantes, etc.) se encontrara a una distancia como para ir andando o en bicicleta y está el transporte público disponible para todo lo demás.
Eso significa que habría que dejar de ir al trabajo. Yo propondría que muchas personas trabajaran desde su casa, ya sea como empresarios o pequeños empresarios, teletrabajando o colaborando online. Cerca de nuestras casas, necesitaríamos dónde comprar alimentos, herramientas y otras cosas y gente que hiciera ropa y comida y las bicicletas y todo ese tipo de cosas, por no hablar de reparar y mantener todo lo de la comunidad. Necesitaríamos también constructores, músicos y demás, pero se podría hacer mucho más cerca de casa.Las escuelas, borradas
También me gustaría desterrar de la escuela, al menos tal como la conocemos: instituciones que fuerzan el aprendizaje, que homogeneizan niños, que les enseñan a ser trabajadores robotizados en lugar de pensadores, creadores, estudiantes independientes. Esta no es una crítica a los profesores (quiénes creo que son santos), sino al sistema en sí. Los niños se ponen contra el aprendizaje porque están obligados a ir a la escuela durante 6-8 horas al día, sentados en pupitres sin hablar o jugar con sus compañeros de clase salvo en momentos determinados, haciendo trabajos que no les interesan, memorizando cosas sin pensar demasiado … más o menos lo que se espera que hagan la mayor parte de su vida adulta, a menos que sean lo bastante afortunados para salir de esta forma de pensar.
¿Qué sería mejor? Yo desescolarizo a mis hijos y creo que este es un sistema mucho más humano y mejor si tu objetivo es conseguir que los niños realmente aprendan, para disfrutar del aprendizaje, para saber cómo hacer las cosas por ellos mismos, para crear y estar auto-motivados … más o menos lo que espero que mis hijos hagan cuando sean adultos. ¿Cómo hacemos esto? Les ayudamos a encontrar cosas que les interesen y tratamos de no obligarlos a nada. Leen libros que encuentran interesantes, trabajan en proyectos que sean divertidos para ellos, se emocionan por las cosas, hacen cosas. Revolucionario, lo sé, pero no es tan difícil una vez que se rompe con la mentalidad de la escolarización. Todavía estamos aprendiendo cómo desescolarizar, y también lo están aprendiendo nuestros hijos, pero si no fuera un proceso de aprendizaje no valdría la pena.Así los niños podrían ser desescolarizados en mi sociedad reimaginada, aprendiendo de sus padres o hermanos o abuelos, o por cuenta propia, o de los miembros que trabajan en su barrio que estén haciendo cosas en las que estén interesados. O podríamos tener centros de aprendizaje, donde los niños fueran si están interesado en aprender sobre, arte, música, escribir, computadoras, cocina arquitectura o lo que sea -no serían obligados a ir ahí, sino que dispondrían de los recursos. No-colegios provistos por la comunidad, suplantando el coste de funcionamiento de las escuelas del viejo estilo.
El compartir frente al consumismo
Me desharía de de los supermercados y los gigantes negocios agrícolas y de los alimentos procedentes de miles de kilómetros de distancia. En su lugar, cultivaríamos nuestra propia comida en nuestros jardines o en huertos comunitarios. Intercambiaríamos alimentos con los vecinos. Creo que más personas se convertirían en vegetarianos/veganos de esta manera, pero no se requeriría serlo -si quieres alimentar tus propios animales y matarlos, podrías-. Este sistema sería enormemente mejor para el medio ambiente y nuestra salud, y nos reconectaría con la naturaleza y la comida. Comeríamos alimentos no procesados, cocinados sabrosamente. Llevaría más tiempo, estoy seguro, pero la slow-food no es tan mala cosa y si se hace bien, no tendría que llevar demasiado tiempo, especialmente si todo el mundo ayuda.Acabaría con las corporaciones y pondría la cooperativa en su lugar. Las corporaciones son tan inhumanas, tan dirigidas por el beneficio, tan terribles para los empleados y el medio ambiente (en general, con excepciones). Las cooperativas son propiedad de los trabajadores, por lo que, obviamente, tratan a los trabajadores con más humanidad. También son menos propensas a la explotación de la tierra o el daño a la comunidad o los clientes. Son simplemente una manera para que las personas trabajen juntas de manera democrática y cooperativa.
Yo cambiaría el concepto de vivienda, de alguna manera. En este momento, es un desperdicio enorme con gente que compra casas gigantescas con todo tipo de espacios que no necesitan, precisando como resultado grandes sistemas de calefacción/refrigeración, y obligando a la gente a trabajar largas horas para pagar por ello. En su lugar, podríamos tener hogares más pequeños, construidos con la ayuda de los vecinos (piensa en los Amish construyendo el granero) por lo que íbamos a necesitar muchos menos recursos para construirlas y mucha menos deuda para poseerlas. Podríamos incluso tener hogares comunitarios, si la gente cree que le iba a gustar o apetecer, a pesar de que no sería obligatorio. Esto permitiría el intercambio de recursos, y reduciría el costo de vida para todos los involucrados.
Tendríamos ***tecas para todo. Al igual que surgen sitios para el prestamos de bicicletas y compartir el coche se está volviendo más común en las ciudades, otras ***tecas como las de herramientas están alcanzando la conciencia pública, podríamos tener bibliotecas para todo tipo de recursos: ordenadores, ropa, muebles, incluso casas. Esto significa las cosas serían mucho más baratas de usar, ya que estaríamos compartiendo, y significaría también muchos menos residuos.
Tendríamos cero publicidad y un consumerismo cercano a cero. Desalentaríamos a la gente de comprar y pagar por el entretenimiento y de tratar de comprar más y más, sólo para impresionar a los demás y en su lugar que se centraran en las experiencias y en compartir y hacer cosas juntos -leer, crear, salir a la calle para caminatas y cocinar, y hacer juntos jardinería y construir y arreglar cosas juntos o a solas, pero no comprando–.
Trabajar, vivir y las necesidades de la comunidad podrían ser también reimaginadas, tal vez podríamos formar equipos de voluntarios para cuidar de diferentes cosas. Por ejemplo, si los parques o las calles necesitaran ser limpiados, podríamos tener los equipos para hacer eso y todos podrían ser voluntarios un determinado número de horas (no forzados, pero probablemente estarías avergonzado de no hacer tu parte). Cualquier cosa puede ser organizada de esta manera, voluntaria y democráticamente: los lugares de trabajo, la enseñanza, la cocina, el cuidado de niños pequeños, lo que sea que quiera la comunidad. Esto traería comunidades más cercanas, y sería más posible sin coches y con gente andando y en bicicleta y haciendo cosas juntos como jardines comunitarios y cooperando en la construcción de las casas de los vecinos.Un mundo digital
Tendría Internet inalámbrico gratuito para toda la comunidad, para que todos puedan colaborar y tener acceso a la información y la educación. Los sitios online podrían utilizarse para organizar la comunidad y formular propuestas y construir consenso. El wi-fi sería pagados por todos y se podría hacer con el dinero que ahorramos con la comida y de no tener que construir infraestructura para los coches y así sucesivamente. También podríamos eliminar la necesidad de un sistema telefónico, y yo también me desharía de los sistemas de televisión por cable, lo que ayudaría a pagar la conexión inalámbrica.Eliminaría el papel en su mayor parte. Es una malgasto de árboles y ocupa mucho espacio en oficinas y casas de la gente, y después a menudo se convierte en residuo. Libros, revistas, periódicos, CDs, DVDs todos se conviertan en digitales (como lo son ya). Los trámites pasan a ser digitales y los faxes morirían dos décadas después de que deberían haber sido asesinados. Eliminamos las impresoras y ahorramos más dinero. Todo lo que tenemos son pequeñas libretas y diarios y cuadernos para aquellos que les gusta escribir y dibujar sobre el papel.
Los resultados
Piensa en esto: con estos cambios, tendríamos muy inferiores gastos de subsistencia, porque la vivienda sería asequible, no estaríamos pagando por los coches, los alimentos serían más baratos, la escuela sería gratuita, otras cosas serían baratas porque estaríamos usando ***tecas para todo. No seríamos consumidores, sino constructores, creadores y productores. Y así, con esos pequeños gastos, se tendría que trabajar mucho menos para ganarse la vida.Imagina lo siguiente: menores gastos significa trabajar menos, lo que significa más tiempo libre para … hacer lo que quieras. Para pasar el tiempo con amigos, familia, hijos, vecinos. Para estar a solas. Para crear, para estar en comunión con la naturaleza, para ser libre. Para hacer cosas interesantes. Todo ese tiempo libre, lejos de ser una carga para la sociedad, podría ser un gran beneficio, pues la gente sería más feliz, tendría una mejor vida familiar, crearía cosas más interesantes, sería menos propensa a cometer crímenes y así sucesivamente. No estoy diciendo que ésto crearía una utopía, pero creo que tendría un efecto positivo. Seríamos, por supuesto, mucho mejor para el medio ambiente y mucho mejor para nuestra salud, nuestra cordura, nuestra felicidad.
Vuelta a la realidad
OK, así que por ahora estás diciendo, “Sí, seguro, Leo. Sigue soñando.” Y yo reconozco que esto es un sueño, pero la conversación necesita ser empezada en alguna parte. Por ser prácticos, no tendríamos necesidad de cambiar el mundo entero, o todo el país o la cultura. Sólo una comunidad, y podría ser una pequeña -una ciudad universitaria, como Austin o Eugene, o Davis o un vecindario como Nopa (en SF)-. Esta comunidad podría organizarse y reimaginarse a sí misma y hacer un cambio, poco a poco, hacia un futuro más positivo.Esta comunidad, creo yo, inspiraría a otros y otras comunidades podrían seguir en breve, al igual que Bogotá ha inspirado a muchos otros lugares con algunos de sus políticas progresistas. Al mostrar que se puede hacer, y compartir algo de lo que aprendieron, estas primeras comunidades allanarían el camino para que otros puedan comenzar a recorrer este camino.
Es un camino que me encantaría caminar por mí mismo. Pero no dejes que te diga qué hacer: reimagina el futuro por ti mismo y únete a la conversación.
Cambiar las cosas es posible…
Según mi ordenador … escribí en junio del 2005 este texto que nunca me atreví a publicar … ahí estaba en un archivo de texedit agazapado:
Sobre la clase media.
Un escrito de hace algún tiempo, que he recuperado sobre desorientarse, buscar y como está el sistema montado. He modificado dos cositas porque no se enmarca en un texto más amplio.
Que bien nos han vendido los ricos y poderosos esa historia de la clase media. La clase mierda, más bien, porque ese terreno de nadie nos hace infelices por los que vemos debajo sufriendo y por los que vemos arriba disfrutando. Que los ricos también lloran y la salud es lo primero, está claro. Que las penas con pan son menos, también debería estarlo. Que la felicidad no existe, que sólo se compone de pequeños instantes… puede ser. Que esos pequeños instantes es más fácil que se produzcan en la confortabilidad de una buena casa y un buen empleo, que hay menos riesgos de accidente en un coche bueno y que el dinero te permite aplicar un tratamiento sanitario preventivo, también es cierto. Así que dudar de la bondad de la riqueza me parece irracional.
No me cabe duda que la clase media, no es más que un invento de los ricos y poderosos para tenernos tranquilos, mansos, para que no nos levantemos contra ellos. Si tenemos algo que perder en nuestros actos rebeldes, será más difícil que los llevemos a cabo. Sujetos a plazos y más plazos que nos permiten poseer aquello que deseamos y no nos podemos permitir más que de esta forma, sólo nos queda mantenernos dentro del sistema –achantados– o marginarnos.
¿Marginarnos? No se si esa es una buena opción. Pasar de la tensión que produce tener que afrontar las numerosas cuotas que me permiten creer que vivo “bien” a la de no poder ni tener esas cuotas. Renunciar a todo. A la gente que amas porque no vas a poder protegerlos y cuidarlos. Sin presionar a nadie para que te compre lo que quiera que sea lo que vendes, sin que te presionen para que pagues, sin responsabilidades. No estaría mal, para variar, VIVIR y DEJAR VIVIR. Solo fluir en el mundo, como un maestro zen.
Pero esa no es la manera en que está montado el sistema. Así que no creo que pueda renunciar a la confortabilidad de que dispongo. Aunque la visión de la pobreza, la hambruna y la maldad en el mundo me haga llorar en el telediario, siempre podré pensar que la vida es bella alguna mañana, cuando al saltar de mi cama haga un buen día soleado y me ponga tras una buena ducha con agua fría o caliente a mi antojo, una ropa económica que para muchos otros sería un lujo y con el dinero de bolsillo o tirando de esa VISA que pago en cuotas fijas, baje a la calle a comprar el periódico y lo lea al sol, a la espera de volver a casa a sentarme delante del mac, a escribir tranquilo un ratito o navegar por internet y reirme cómplice en los blogs que frecuento.
¿Que parezco confuso? Lo estoy. Y desde hace muchos años, buscándome a mi mismo. Ya no se vivir de otra manera. Buscando, buscando, buscando…
Más recientemente a través de la lectura de entradas de David de Ugarte y la lectura de ciertos libros y el visionado de algunos documentales, también supongo a través de conversaciones con amigos y, supongo que también por mis propias vivencias, me atrevía a escribir entre mayo y agosto de 2009 (fechas de creación y modificación) lo siguiente… (cito tal cual existe el borrador, inacabado):
EL ENCANTO DE LO PEQUEÑO
Volviendo de visitar a mi suegra el otro día, vi uno de esos conglomerados de edificios gigantescos en las afueras de mi ciudad, seguramente con todas las comodidades, piscina, gimnasio o pistas de pádel, club social y demás…
La verdad es que las ciudades y su población han crecido pero lo han hecho a salto de mata. Creo que se han aprovechado poco los recursos cegados por el crecimiento, el “más”. La gente quiere ganar más dinero, para vivir en casas más grandes con más comodidades, haciendo más relaciones, cada vez más lejos de la ciudad, comprando en grandes superficies cada vez más grandes, viajando a sitios más lejanos y más exclusivos o más populares, según.
No existe un movimiento solidario que trate de repartir un cierto nivel de comodidad y confort en todo el mundo, en lugar de cada vez más lujo y comfort en los países “avanzados” a costa de los menos “avanzados”. Sinceramente un mejor reparto de la riqueza y menos excesos en el primer mundo podría suponer el desarrollo en los del tercer mundo. Pero es más cómodo justificarse de cualquier forma.
Es la globalización mal entendida, para mi la bien entendida sería la que trata de hacer global un mínimo común denominador del confort, no la que trata de poner cualquier cosa al alcance de quien quiera pagarla. Los alimentos tienen sus épocas y es el empeño en el “más” el que causa que la gente exija cualquier producto en cualquier época en cualquier parte…
Al final los altos precios en los suelos urbanos hacen que sólo las grandes compañías puedan ocupar espacios en el centro de la ciudad desplazando a los urbanitas hacia las afueras, cada vez más lejos, a ciudades dormitorio, nichos de lujo con todas las comodidades. Con los centros de las ciudades invadidos por las instituciones, públicas y empresariales, la falta de personas destruye los barrios, que al final del día quedan reducidos a un montón de frías luces comerciales sin vida en su interior.
Y yo creo en un sistema más sencillo, una especie de sociedad cooperativista, dónde el bienestar de los más próximos se va repitiendo y reverbera su sonido de buen rollo y colaboracionismo desde una manzana (un bloque de viviendas) hacia otras manzanas, alcanzando así núcleos urbanos autogestionados y en los que puede haber de todo, haciendo del ir de compras un agradable paseo y de los comercios lugares donde se conoce a los clientes y por lo tanto es más fácil ofrecerles lo que precisan o quieren, en lugar de ajustar mi oferta a mis intereses. Los barrios, vaya.
Y en cuanto a las empresas, las “filés”, ese concepto del que tan bien habla (desde luego con mucha mayor precisión y mucha más preparación e investigación que yo) David de Ugarte y que yo puedo sentir, intuir, pero del que me cuesta tanto hacer partícipes a mis contertulios sin parecer un viejo retrógrado que en ocasiones quisiera volver a las cavernas.
No tiene sentido que la gente trabaje muy lejos de su casa, si al final eso va a suponer tener que hacer grandes vías que permitan a las personas llegar desde las afueras a la ciudad. ¿No tendría más sentido dejar la ciudad para las personas y crear las empresas en zonas empresariales, bien comunicadas con transporte público eficaz, con zonas de trabajo razonables, en lugar de dar por sentado que lo normal es que miles de personas se desplacen durante 40 minutos para ir y 40 para regresar hasta y desde su trabajo? Está claro que las carreteras han de ser más seguras y que el tráfico aumenta, pero ampliar lo que hay, mejorar lo que existe (sin parches y con mejoras duraderas) parece mejor solución que trazar de nuevo. Sobre todo que la gente se organice y que la administración apueste por sistemas públicos de transporte más eficaces para los casos que no se pueden organizar.
Pero parece que todo ha de ser más grande, la tienda de barrio que alimentaba a una familia ahora debe pertenecer a una cadena y formar parte de un conjunto empresarial mucho más grande, que requiere de más recursos para su funcionamiento, que requiere de más viajes y justifica el crecimiento y multiplicación de las autovías, que mejoran los tiempos de conexión entre las ciudades y matan el entorno natural en que se trazan … ¿no es un problema de organización empeñarse en que los de Valencia visiten Madrid para sus negocios, cuando –primera– existen medios para realizar (vídeo)conferencias y avanzar en los negocios sin necesidad de desplazarse y –segunda– si hacen falta 3 horas para ir a un sitio, hacen falta tres horas.
El rebajar esas 3 horas a 2 ¿va a generar más beneficio que el impacto ecológico que puede suponer producirlo? Seguro que no. Y esto se da múltiples niveles, el otro día corriendo en el chalet vi un gato muerto en la carretera, días antes he visto ardillas, lechuzas, por no hablar de los muchos erizos… en una carretera de urbanización dónde la máxima velocidad es 30 km/hora ¿por qué ha de circular alguien a 60, no siendo capaz de evitar un animalillo y muy probablemente un niño al que algún día desgraciarán? Se que existe una cosa que se llama emergencia, y la entiendo y disculpo. Pero llegar tarde al cine del centro comercial más próximo no es una cuestión de emergencia, uno sale con tiempo en vez de estirarse en la piscina o haciendo la siesta un rato más. La cuestión es que si necesitas 5 minutos para coger la carretera y 15 minutos en ésta y 10 para aparcar … seas capaz de salir al menos con esos 30 minutos (o más para los imprevistos) y no con 25 para ir recuperando.
El deseo del emprendedor se cumple al emprender y emprender no necesariamente significa alcanzar una dimensión descomunal. Si cubres tus necesidades y no te creas unas (falsas) necesidades brutales, tu satisfacción será doble: emprendes y lo puedes compartir con los que quieres, pero si te equivocas y lo que quieres es construir el nuevo imperio …
Ojo, no me niego a que un negocio crezca, sólo que creo que debe hacerlo horizontalmente, limpiamente, renunciando a salarios insultantes incluso para el que arriesga su dinero, porque nadie le obligó tampoco a hacerlo.
El miedo a la crítica, la inseguridad, el no acabar de asumir que mejor un buen plan para hoy que un plan perfecto para mañana, no me dejaron acabar a conciencia estos textos y por ello residían aún en mi disco duro … escondidos en uno de sus muchos directorios.
La penúltima semana de abril, otro sitio que leo con frecuencia publicaba la entrada “la sociedad, reimaginada” y el fin de semana tenía tiempo de leerlo, disfrutarlo y decidí traducirlo para compartirlo más fácilmente. Incluso antes de traducirlo pude leer la entrada subsiguiente dando ideas de como poner en marcha esa “nueva sociedad”. Traducido y repasado le ha llegado el momento de ser publicado. Ya no son mis opiniones pero encuentro tantos parecidos y lo veo tan bien expresado que me resulta imposible seguir “callado”. Yo creo que sí, podemos cambiar el mundo: