El otro día me preguntaba muy tímidamente –“Supongo que creemos tener mucho que perder…”– por qué en España no hay una revolución (pacífica, como a mi me gustan); 4 millones y medio de parados que se pusieran delante de la Moncloa e hicieran dimitir al Gobierno, con la esperanza de que hubiera un Gobierno de transición que cambiara la Constitución y convirtiera a España en otro tipo de estado … la Constitución está bien, lo mejor que se pudo en un momento determinado, pero la cosa es que la ciudadanía, la vida, el mundo ha cambiado y tenemos una cierta memoria de lo que ha fallado en estos 30 años, lo que nos podría hacer meter acciones correctoras. Veríamos qué problemas traen y trataremos de solventarlos.
El caso es que creía tener la respuesta, basada en informaciones “boca-oído” sobre la mucha economía sumergida (además de la precaria), que hace que al final el revolucionario tenga algo que perder. Trato de explicarme, no solo es la conversación de café, es lo que veo por ahí: bares y restaurantes llenos, fumadores que siguen en ello pese a los impedimentos que les ponen, gente que sigue entrampándose por un coche, personas que en redes sociales hablan abiertamente de su alto consumo en cosas muy prescindibles. Alguien me comentó que si esto no se iba al garete de acuerdo con los indicadores económicos era por la economía sumergida.
Para mi sólo una cosa puede explicar que no haya un revolución con unos indicadores económicos tan malos … que el nivel de confort general no sea tan nefasto como éstos. O que no seamos nada solidarios. Si en cierto modo somos unos privilegiados que podemos cumplir con nuestros compromisos económicos ¿quién la va a armar para ir a parar a una situación de incertidumbre más inquietante todavía?
Y desde la administración parece que sólo se incita al adocenamiento, al adocenamiento de la población (poca educación y oferta cultural) y al control de los medios con leyes cada vez más restrictivas cuyo único afán parece ser el recaudatorio. Una recaudación que debería hacerse vía el control del fraude fiscal. En fin, que no tengo yo suficiente formación ni datos para seguir elaborando sobre esto, pero por ahí me parece que puede ir la situación.
Vía Enrique Meneses primero y Elena Gómez Pozuelo después descubro el informe de la Fundación de Cajas, en el que se revela un incremento inmenso de la economía sumergida, cuya aparición en ABC comenta Elena.
No obstante cabe señalar que según me parece entender, el informe se planta en 2008… pero no deja de ser significativo, porque pese al incremento del desempleo desde esa fecha, la importancia en el PIB de la economía sumergida siguen siendo sorprendentemente alta.