Leo en Cultura de la Salud este artículo, interesante aunque algo durillo:
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1. En busca del jefe de ‘oro’
Pensamiento ‘irreal’: El director puede ser un amigo más del equipo, que sabrá entender las impuntualidades por el tráfico, o las entregas demoradas por sobrecarga laboral.
Realidad. Aunque detrás de esas conductas pueda haber un argumento a favor del empleado, lo cierto es que el jefe es el jefe, y es imposible esperar a un superior ‘relajado’ que diga “entrégame cuando puedas”. La razón es que ellos mismos suelen estar igual o más estresados que sus equipos por entregar resultados.
2. Fallar un par de veces ¡sí importa!
Pensamiento ‘irreal’: Los profesionistas indispensables existen y es mi caso -suelen pensar algunos empleados-. Sin embargo, la imagen del jefe que evita prescindir de los servicios de un empleado por el conocimiento que muestra de la actividad y los contactos, no es del todo cierta.
Realidad. “Siempre hay alguien que está esperando a que tú te derrapes para entrar al quite”, cita Mayra Ortega. Las empresas, por mucha lealtad que presuman para sus empleados, operan basados en la ‘producción’, lo que implica que si una persona se empeña en repetir patrones poco favorables para su reputación -como ser impuntual- terminará por salir de la lista de candidatos a una promoción o, sencillamente, será despedida.
3. Si no soy el dueño, la responsabilidad es distinta
Pensamiento ‘irreal’: Como profesionista puedo darme el lujo de salir puntual diario, aunque se queden algunos pendientes ‘importantes’.
Realidad. En el 90% de las empresas, cuando un colaborador quiere dejar la oficina en su horario reglamentario es ‘mal visto’ así se mueve el mercado mexicano y hay que tratar de llegar a un equilibrio para no excederse en las horas adicionales, pero tampoco correr cuando el reloj marca las 18:00 en punto; en especial si hay tareas que surgen de momento, aclara la psicóloga por la UNAM.
4. Fuera del trabajo ¡que no molesten!
Pensamiento ‘irreal’: Tener un esquema definido de labores de lunes a viernes, y fuera de ese tiempo no hay por qué atender asuntos de oficina.
Realidad. Hay una consigna inmutable en términos de ascenso laboral: “mientras mayor nivel de puesto se desee, más las responsabilidades”. Eso implica que un colaborador con miras a proyectarse no puede caer en pensamientos como “estoy en mi día de descanso, no contestaré las llamadas”.
5. Los recursos de la oficina son ‘personales’.
Pensamiento ‘irreal’: El teléfono que me dieron en la oficina lo merezco y si lo utilizo para alguna llamada personal, “que le cueste al jefe”.
Realidad. Si la empresa te da un celular es para que estés disponible fuera de la oficina, en cualquier horario, no para socializar. Además, “no importa si es relevante o no la llamada del jefe, debes contestar y la gente pierde la perspectiva de eso”, afirma Ortega.
6. El que desespera, truena
Pensamiento ‘irreal’: Te prometieron que un aumento salarial acompañaría tu ascenso profesional, pero ha pasado un mes y no llega, entonces es el momento de renunciar.
Realidad. En primer lugar, dice Berenice Franco, rara vez una persona está convencida de ser bien remunerada, porque siempre está latente el deseo de tener más.
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