Significa, en el más amplio de los sentidos, un estilo de vida en el que todo esfuerzo es hecho por el placer del trabajo creativo en sí mismo, y por el gozo de contribuir a la felicidad y bienestar de nuestros compañeros, y en el que todo lo que hacemos es una obra de arte en el sentido descrito por Ruskin y Morris, en el sentido del placer que produce el hacer bien las cosas. Esto es lo opuesto de una sociedad en la que nos sometemos al trabajo alienante para producir mercancías a disposición de un jefe capitalista cuyos intereses entran en conflicto con los nuestros, en el contexto de transacciones anónimas mediadas por el dinero en efectivo, en las que cada pizca de esfuerzo o interés en nuestro trabajo más allá del mínimo necesario para que se nos pague es autoexplotación, y nuestra motivación es el miedo a quedar desempleado o el pasar penurias.